
La dinámica de los adultos traumados
Un acercamiento intencional a la dinámica Caregivver/ little CG/I con ánimos de controversia. Un día te cruzas con algo que te hace sentir pleno, te llena de vida y la curiosidad se dispara.
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La sexualidad se vive de muchas maneras. Si ella fuera Roma, muchos caminos llegaran allí. Uno de ellos, y más que disfrutado por nosotros, es el BDSM. Aunque no lo sepa, los fetiches también son una forma de vivir la sexualidad.
El fetichismo es la atracción sexual o excitación hacia objetos inanimados como prendas o tejidos, parte del cuerpo no genitales o situaciones particulares. Esta atracción es especial e intensa.
La presencia de este fetiche al alcance de la mano o la vista es el detonante predilecto de muchos.
Siempre se habla del fetiche como objeto, pero a mí me gusta ampliar un poco esta definición e incluir cosas como situaciones, materiales... incluso podría llegar a considerar a la FemDom como un gran fetiche, como conjunto. Dómina Skade
A los fetiches solo los une el hecho de estar fuera de la normalidad. Su variedad muy amplia, por tanto, es difícil agruparlos todos aquí.
Por supuesto, dentro del mundo BDSM existen los fetiches. Se entremezclan dentro de la escena para lograr el sumo objetivo: el disfrute.
Muchos se han convertido en parte imprescindible de la escena.
Exacto, no es obligatoria la relación entre fetiches y BDSM.
Los fetichistas del látex, por poner un ejemplo, no tienen por qué ser aficionados al BDSM. Su relación puede no indicar el mínimo bondage, u otro juego de Dominación y sumisión. Su fin, de manera esencial, es sentir placer al entrar en contacto físico o visual.
Por otro lado, se puede ser Dómina o Dom, o sumiso, sin usar ni una sola prenda (de cuero). No es tanto lo que llevas, sino cómo lo llevas.
Ser fetichista no es una enfermedad, ni un trastorno. Solo una forma de expresar nuestra sexualidad. Y, mientras no cause daño a ninguno de los involucrados, todo será posible en la viña de su Señor.
Se podría decir también que, de menor a mayor medida, todos tenemos alguno. Seamos sinceros.
Además, los fetichistas pueden llevar a cabo relaciones sexuales sin involucrar a su fetiche. Obviamente, si está presente, al alcance de la mano o la vista, la sensación es más intensa y excitante.
Ahora, hay niveles. Cuando la presencia del fetiche es cien por ciento necesaria, se está hablando de una parafilia.
En otras palabras, el fetiche se convierte en obsesión sin control. Es imposible la excitación sin su presencia.
Las parafilias no son para dejar de lado. Llegan a ser destructivas con quien las sufre, y condicionan su actividad personal, social e incluso laboral. Por tanto, sea consciente de las banderas rojas y busque ayuda profesional.
Por supuesto, existen varios puntos de vista.
Hay quienes sí lo consideran así. Para ellos y para ejemplificar, adorar los pies de tu pareja es tratarla como objeto. Se usa solo esta parte de su cuerpo por qué es lo único que necesita. Sin embargo, vender su esfuerzo en un trabajo que no los llena o no les gusta, no lo consideran como objeto.
Por otra parte, el fetichismo va más allá del objeto, de la parte del cuerpo, de la escena. Es su representación, imagen, estética lo que despierta emociones, lo que trasciende lo ornamental.
Si arreglarte y ponerte ropa fetichista te hace sentirte una persona atractiva, deseable, entonces no eres objeto. Eres todo lo contrario: sujeto. Porque estás controlando tu juego. Ama Eva
Los fetiches son otro camino para llegar a nuestra Roma, para disfrutar de nuestra sexualidad. Muchas veces, estos se entremezclan entre Dominante y sumiso para hacer la escena aún más poderosa. Los tacones altos, la ropa de látex, ropa interior de encaje para el sumiso, por mencionar algunos, ya son parte de la sesión nuestra de cada día.
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